17 de septiembre de 2012

Buscando lo imposible.

            Se pasaban el día entero persiguiendo el amor, pero no era.

         Cada vez que lo alcanzaban se daban cuenta de que se trataba de un vaporcillo. El amor les venía detrás, esperando a que pararan un momento para alcanzarles.

         Por eso, cuando dejaban de buscar, perseguir, acosar y escudriñar y se metían en la cama resignados, el amor llegaba. Eso sí, hecho una pena.

         Después de tener el amor todo el día detrás, corriendo de un lado a otro quedaba hecho un guiñapo y no había más remedio que hacerlo de nuevo cada noche. 

12 de septiembre de 2012

Se conocían por los sueños.

          Él tenía por costumbre soñarla de vez en cuando. 
          En sueños, él la invitaba a las cosas que ella no era capaz ni de imaginar cuando era consciente. Despertaba en medio de la noche, solo, sudoroso, despeinado y con el pijama hecho jirones. Así que decidió dormir desnudo.  En la ducha, por las mañanas, repasaba los caminos que habían recorrido los dedos del amante en su cuerpo y tan sólo con el recuerdo se estremecía.  El encuentro de los cuerpos era tan feroz, tan patente, tan inmenso, que él empezó a decir que estaba comprometido, aunque nadie en el mundo se parecía a la chica de sus sueños.

          Llegó un momento en el que no pasaba ninguna noche en vela por no dejarla plantada. Su cita terminó por convertirse en diaria, perdón, en nocturnaria. 
          Pero en una ocasión la vio. En la realidad, pisando las calles. Estaba, Existía, era real. Se miraron, se sonrieron como si se conocieran de mucho tiempo atrás y en ese momento fue cuando se acabó el sueño.

11 de septiembre de 2012

Buzón de voz.

Marcó el 123. La operadora le dijo que tenía un mensaje: 
dejado el 14 de septiembre de 2010 a las 1as 16 horas y 14 minutos.  

Para escuchar las opciones del mensaje -le dijo- pulse cero durante o al finalizar la locución. Sonó el pitido y después silencio.

Él identificó la respiración. Era ella. Apenas duró tres segundos pero se le llenaron de una tensa profundidad. Estoy en la estación -dijo aquella voz insegura- que me voy. Que muchas gracias y que... eso. Nos llamamos. 

Hubo unos dos segundos de silencio hasta que la llamada se cortara. Él instintivamente marcó el cero. Opciones de mensaje -dijo la operadora-. 

Si desea saber desde qué número se ha realizado la llamada, pulse uno.  Si desea guardar el mensaje, pulse dos, piense que igual es la última vez que escucha su voz. Si desea olvidarla para siempre, pulse asterisco.  Aunque también puede ir corriendo a la estación antes de que su tren salga. Usted verá. 

Colgó. Se le vio coger aire y echó a correr. 

4 de septiembre de 2012

¿Quién lo sabría?

      Hola, me pasaba por aquí para decirte que a pesar del final que tuvimos, los recuerdos, nuestros recuerdos, son los que aún me alimentan. Sí, esos recuerdos que tanto me he esforzado por guardar en una caja bajo llave en lo más profundo de mi corazón. Sí, aún te amo, pero ¿quién no lo haría con todo lo que me has dado? Y sí, me has hecho daño, te he hecho daño, nos hemos dañado, nos hemos destruido el uno al otro, pero ya ves, aquí estoy haciendo una entrada al fantasma de lo nuestro... 

         Porque he estado viendo nuestras fotos, nuestros videos, nuestras cartas y también nuestras dedicatorias en las tapas de las pizzas que pedíamos cada vez que iba a Fuerteventura. Oh sí, esa adictiva playa que tan solo era nuestra, esas noches en las hamacas mirando las estrellas, esas escapadas nocturnas, esos juegos en los vestuarios de la playa, esos helados, bueno, ese helado que era para los dos, ese anillo que me diste con una puesta de sol, esa canción me cantaste cuando cumplimos un año, o quizás ese día que fuimos al Aqualand. Pero también esas noches sacando a Perry, esas fotos espontáneas que tanto te gustaban, esos sustos a mi hermano mientras se duchaba, esas risas que nos daban en los momentos menos oportunos, sí, ya sé de lo que te acabas de acordar, yo también me acordé. Y quizás esas noches de largas conversaciones, como aquella vez que nos quedamos dormidos mientras nos besábamos, y cómo olvidar esos atracos a la nevera en mitad de la noche, pero sin duda.. ¿cómo no recordar esos ojos que me enamoraron?




        Por todo eso y más, gracias... Porque has sido la persona que me enseñó a amar, porque solo por ti hubiera luchado a capa y espada, porque por ti hubiera renunciado a mi vida y a mis sueños. Porque sólo tú eres mi debilidad y mi gran y verdadero amor...