21 de agosto de 2012

Las cosas que no quiero que leas.

              Un día me levanté y me encontré con que la vida te había puesto en mi camino. Hoy, ella misma se ha encargado de sacarte. ¿Lo peor? Es que tu también quieres marcharte, y lo más triste, es que para mi aún no ha terminado...

           Me creí fuerte y valiente para enfrentarme a mi destino, y hay veces en las que he desfallecido, pero sin duda, contigo he encontrado mi punto débil, mi talón de Aquiles. Y ese punto eres tú. Eres mi puta debilidad. Mis ganas de vivir y también mis ganas de morir si no te tengo. Me creí tan fuerte y hoy me doy cuenta de que he sido el más débil de todos. No me arrepiento de lo que hice en su momento, porque tú me hacías sufrir, y lo hubiera hecho cuantas veces hubiesen sido necesarias, pero lo que no imaginé es que volverías a ser tu. Y es que fueron demasiadas lágrimas, muchas noches en vela, muchos desánimos y muchos desplantes, y siempre tan solo.. Pensé que no me necesitabas, que podías vivir sin mi, y de buenas a primeras cambiaste o eso me dijiste, de manera que me hice inmune al dolor y decidí tomar la decisión de vivir sin ti. Tú no querías aceptarlo, pero la decisión estaba tomada, me habías roto por dentro y ya era hora de darle un respiro a mi corazón. Con el tiempo me di cuenta de que jamás te había dejado de amar, y que había puesto fin a algo que ahora me estaba arrebatando mi vida.  El tiempo siguió pasando, y tú olvidaste tan rápido como las hojas caen de los árboles en otoño, y ahora ya no puedo hacer que me ames, no, si no estás dispuesto... Lo más irónico es que llamas a lo que me pasa "Karma" pero te diré una cosa, si ahora está conmigo, más tarde pasará a ti. Y tranquilo, que si no te das cuenta, yo mismo me encargaré de decirtelo, como tu has hecho conmigo[...]

         Hoy me choco con esta realidad que me mata lentamente, y me vuelvo a creer fuerte para ser conciente de la situación, pero la verdad es que aún la herida está abierta y es lo suficientemente profunda como para que me duela en el alma. Un día me hiciste vivir, y fue tanto tu poder en mi que me llegaste a matar. Ahora, me doy cuenta de que en realidad tan solo me habías dejado inconsciente, porque ahora sí que me estás matando de verdad. 



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