4 de julio de 2012

Después de un tiempo.

          Después de un tiempo, uno aprende la diferencia, la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma. Y uno aprende que el amor no significa acostarse y la compañía no siempre significa seguridad. Y empiezas a aprender que los besos no son contratos y los regalos no son promesas. Y empiezas a aceptar tus derrotas con la cabeza erguida y los ojos por delante con la gracia de un adulto y no con el dolor de un niño. Y aprendes a construir todos tus caminos en el hoy porque el terreno del mañana es demasiado incierto para hacer planes, y los futuros tienen esa extraña forma de caerse en pleno vuelo. Y uno aprende que da igual cuánto te importen a ti las cosas, a algunas personas simplemente, no les importará. Y deberás aceptar que no importa cuán bueno seas pues te harán daño de vez en cuando y tu lo perdonaras. Aprendes que hablar y llorar puede aliviar el dolor. Descubres que toma años construir la confianza y sólo segundos para destruirla.

          Aprendes que la amistad verdadera continua creciendo, incluso a largas distancias. Lo que importa no es lo que tienes en la vida sino a quien tienes en la vida. Aprendes que no tenemos que cambiar de amigos si comprendemos que los amigos cambian, y te das cuenta que tu mejor amigo y tú pueden estar haciendo cualquier cosa o nada, pero siempre pasando buenos ratos juntos. Comprendes que tienes que perdonar y ser cariñoso con las personas a las que quieres, pues puede ser la última vez que las veas. Aprendes que las circunstancias y el medio influyen en nosotros, pero que somos los únicos responsables. Descubres que lleva mucho tiempo convertirse en la persona que quiere ser, y que el tiempo es corto. Aprendes que no importa dónde has llegado, pero sí a donde vas, porque si no sabes a dónde vas, cualquier lugar sirve. Aprendes que si no controlas tus actos, éstos pueden acarrear grandes consecuencias, y que ser flexible no significa ser débil o no tener personalidad, porque no importa cuán delicada y frágil sea la situación, siempre existen dos lados. Aprendes que los héroes son personas que hicieron lo necesario para enfrentar las consecuencias. Aprendes que la paciencia requiere mucha práctica.

         Descubres que a veces la persona que esperas que te pise cuando te caes es una de las pocas que te ayuda a levantarte. Aprendes que la madurez tiene que ver más con los tipos de experiencias que tuviste y con lo que aprendiste de ellos que con cuántos cumpleaños has celebrado. Aprendes que hay más de tus padres en ti de lo que pensabas. Y que nunca se debe decir a un niño que los sueños son una tontería, pues sería un gran error si se lo cree. Aprendes que cuando te enfadas tienes el derecho de estarlo, pero no el derecho de ser cruel.

           Descubres que sólo porque alguien no te ame como tú quieras, no significa que el amor no sirva. Y lo irónico es que posiblemente haya personas que te amen, pero que simplemente no saben cómo demostralo. Y caes en la cuenta de que a veces tienes que aprender a perdonarte a tí mismo, para luego hacerlo con los demás. Te das cuenta de que con la misma crueldad que tú juzgaste a alguien sin saber, alguien lo hizo contigo.. Se aprende que no importa en cuantos pedazos se rompa tu corazón, ya que el mundo no se detendrá para que lo arregles. Se aprende que el tiempo no es algo que se pueda volver atrás. Así que... ¿por qué no plantar tu propio jardín y decorar tu propia alma en lugar de esperar a que alguien te traiga flores? Y de este modo, uno aprende que realmente puede aguantar... que es realmente fuerte, y puedes ir mucho más lejos de lo que crees o de lo que te dijeron que no podrías.

Y finalmente, que la vida realmente tiene valor y que tú tienes valor en la vida.

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