Ahora. Ahora es cuando más se acentúan mis recuerdos contigo. Cuando el vino me ha subido y pienso en que tú no hubieras dejado que eso pasara. En que tú hubieras estado a mi lado controlando esa extraña manía que tengo de evadirme de todo, desde que no estás. Desde que no estamos. Y por otro lado pienso... ¿Qué hubiera pasado si...? Si te hubiera dicho más veces te quiero. Si no te hubiera dejado ir. Si nunca hubiera pronunciado aquellas palabras que, desde entonces, no hacen más que clavarse en mi pecho.
Y lo siento. Siento haberte dejado libre. Siento no haber luchado más. Porque todo lo que teníamos era todo lo que necesitaba. Porque desde entonces no he vuelto a ser feliz. Y da igual con quién o en qué momento lo intente. La respuesta siempre será no. Porque tú eras todo síes. Y como lo echo de menos. A ti. Y a tú extraña locura que se complementaba conmigo. Porque el truco siempre fue buscar a alguien no con tus mismos gustos, sino con tus mismas ganas. Y tú ganas siempre tuviste. Cuando me ponía malo. Cuando me equivocaba. Cuando me caía. Cuando no recordaba los motivos por los que quedarme. Tú y tus putas ganas de hacerme feliz. Ahora lo sé.
Pero puedo prometerte, que jamás encontrarás alguien como yo, al igual que estoy seguro que nunca conoceré a nadie como tú. Porque todos somos únicos, inigualables, especiales de los pies a la cabeza. Que nadie te volverá a mirar con los mismos ojos, ni te sonreirá de la misma manera. Que nadie volverá a hacerte reír del mismo modo. Ni a hacerte llorar. Y tal vez, en algún momento, cuando creas que me olvidaste, alguien pasará a tu lado con mi perfume y durante unos segundos volverás tiempo atrás. Y pensarás. Pensarás en mí.
Pero también, que la culpa fue mía, por quitar la mano. Por dejar que te fueras. Y ahora me duele todo. Hasta los besos que ya no me das.
Y no te confundas, que te deseo lo mejor. Aunque no sea yo quien lo vea.