29 de diciembre de 2016

Del invierno a la primavera.

Mira que te lo advertí. Y aún así, volvió a pasar. Te volviste a equivocar. Y hora sientes que cada equivocación pesa más que la anterior. Que cada error, por pequeño que sea, duele más. Y te dices a ti mismo, "esta vez será la última". Aunque sabes de sobra que volverás a caer, y lo harás hasta que encuentres a la persona definitiva. Sí, ya lo sé. Gracias. Pero no quiero tener que estar dándome de bruces contra la pared, barriendo mis cachitos y volviéndolos a juntar con la esperanza de que esa vez será la última, para que otra vez vuelva a pasar. No, no quiero eso. 

Dicen que quien no arriesga no gana, pero yo estoy cansado de arriesgar sin ganar. Y es posible, más que posible de hecho, que haya ganado momentos que nunca se repetirán, sí, sí, eso también lo sé. Pero de momentos no se vive. No puedo pasarme la vida viviendo de recuerdos, arraigado al pasado. Pensando en lo que fue y ya no será. Pensando, en la caprichosa forma que tuvo la suerte de hacer que nos conociéramos. Pensando en que éramos tan opuestos y en lo mucho que me gustaba que así fuera. 

Sin embargo, dejaste de estar. Empezaste con muchas ganas y terminaste perdiendo el interés. No sé si fui yo, si fue otra persona o fue cosa del viento, que se abrió paso entre nosotros casi sin darnos cuenta. Lo que está claro es que tus WhatsApp fueron dejando de llegar poco a poco. Al principio no tanto... "Perdona, estaba trabajando" o "Guapo! te escribí pero no se envió"; después se acentúo... "Necesitaba desconectar, mañana hablamos" o "Me quedé sin batería y no tenía el cargador". No sé si mentiras piadosas sin intención de herir, que hasta tú mismo te llegaste a creer. Pero ahí estaban, las señales que no vi. Y cuando te quisiste dar cuenta, mi chat estaba ya tan abajo en la lista que pensaste que era mejor dejarlo ahí. Fue así como WhatsApp te dijo que ya te habías olvidado de alguien que estaba al otro lado del teclado esperando una respuesta. La que nunca llegó. La que puede que a día de hoy, siga esperando.

Me dijiste que sentías que tenías que tirar de mi, y que eso te cansó. Que te pedía mucho y que te entregaba muy poco. Lo que no sabías y ahora ya da igual, es que estaba preparado. Preparado para esperarte en el portal de tu casa con un maratón de pelis y comida china debajo del brazo. Preparado para colmarte de besos de madrugada bajo la manta mientras el frío congelaba Madrid. Preparado, para escucharte sin límites, con lo importante que es tener a alguien que lo haga. Preparado, incluso, para que conocieras de dónde vengo. Para tantas cosas estaba preparado... Que si sólo una señal en el mundo, que si sólo alguien me hubiera dicho que lo querías, lo habría hecho. Pero no fue así. Ninguna señal en el mundo me hizo saber que lo estabas esperando. Y tampoco nadie me lo dijo, ni siquiera tú.  El mismo que luego me lo recriminó. 
En fin, ahora aseguras que ya no sientes las energías para seguir, que no te sientes motivado. Yo por ti lo habría vuelto a intentar. Genial, yo para el 2017 me he propuesto ser adivino. Para que la próxima vez que alguien quiera más de mi y no me lo diga, no quedarme a las puertas del amor. Para que la próxima vez que me sienta preparado a abrirme en canal a una persona, no me quede con las ganas. 

Y sí, sí, ya lo sé... no llegamos a ser nada, aunque siempre hubiera algo. Y en teoría, tampoco se puede echar de menos lo que ni si quiera llegó a empezar. Pero te echo de menos. Supongo que con el tiempo pasará, pero ahora lo noto fuerte. Por suerte, después del invierno, llegará la primavera y todo volverá a ser como antes (de conocerte).


Feliz navidad, J. 

De antes de perdernos. 


8 de diciembre de 2016

J*** fisio

Será mejor que dejemos de hablar. Esto no lleva a ninguna parte. Me he dado cuenta de que no le pones las mismas ganas. Y yo, precisamente, lo que buscaba no era a alguien con mis mismos gustos, si no con mis mismas ganas. Desde luego no eres tú. Aunque te salvara de aquella estrepitosa noche. Aunque pusieras un corazón al lado de mi nombre en Whatsapp. Aunque nos conociéramos de esa forma tan... ¿qué te voy a decir? Para mi fue bonita. Aunque tus besos me sepan a poco. Aunque dormir a tu lado se traduzca en no poder moverme durante toda la noche por lo fuerte que te agarras a mi pecho. Pero, ¿de qué sirve eso, si no le pones las ganas? No digo muchas, digo las justas.

Ya sé que nadie tiene razón, sólo pensé que podrías ser tú. Y la culpa tampoco es tuya. La próxima vez tendré (más) cuidado con las expectativas. Las que puse en ti. En lo que ¿quién sabe que tenemos?. Porque aunque nunca fuéramos nada siempre hubo algo. 
Te dije que no dormía con cualquiera y no te diste cuenta de lo que quería decir(te) ¿Por qué pensé que lo entenderías? Aún sigo esperando tu whatsapp de vuelta.

En fin, ¿qué te digo yo, que no se lea en mis ojos ya? Que me gustas. Pero que no tanto como tú a mi. Y no volveré a pasar eso ni en cien vidas.


Post data: si te lo he dado, es tuyo. Ya sea el tiempo, las miradas o el corazón.





14 de septiembre de 2016

Today

        De fondo el spotify reproduce The climb de Miley Cyrus y en la ventana creo ver gotas de lluvia que bajan por el cristal. No las veo bien porque no he querido salir de la cama y ni si quiera me he puesto las gafas de verte venir ver. El día es gris y el sol ha decidido esconderse o eso creo, ya que yo he hecho lo mismo. 

         Hoy es el día y todo el mundo lo sabe. Abro el Whatsapp y tengo un mensaje de María: "Today". Simple, directa y certera. Como si fuera a olvidar que hoy es el día. Aquel que tú pareces haber olvidado. Como si quejándome de la herida fuera a curarla o como si leyendo tus viejas cartas fueras a salir de entre s(t)us líneas. 

        Pero no te confundas, esta vez no convertiré esto en una guerra fría. Ya no soy así. Escribo esto porque sigo cumpliendo la promesa de dedicarte este día que solo es nuestro. Aunque ya no hayan felicitaciones, ni llamadas, ni videos. Aunque ya no estés en la duna de la playa cantándome, como aquel y último 14 de septiembre juntos. Y por no haber, no hay ni amor. Y ¿cenizas? Cenizas sí, las de la mano que puse por ti, claro. 

      En fin, que si crecer significa aprender a despedirse, a aceptar que hay personas que se van de tu vida sin saber muy bien por qué, entonces te diré que sigo siendo el mismo niño de dieseis años que conociste. Con los mismos defectos pero con más arañazos en las manos. Porque si alguien no me ha perdonado algo, ese ha sido el tiempo, que ha decidido pasar a veces lento, a veces rápido, siempre en mi contra.

   Y desde entonces, cuando he vuelto a intentar enamorarme he procurado querer con todo el corazón, sí, pero con todo el corazón que me queda. Esa es la parte que nunca nadie me pregunta. Te quiero, sí, pero con cuánto. Y así ha ido. De mal, digo. 

      No pasa nada, si mañana te volviera a conocer, me volvería a matar en esa sonrisa. 

¡Feliz catorce de septiembre!

La mayor locura que hice una vez por amor fue quedarme a ver qué pasaba.
Este es el resultado.



13 de junio de 2016

We could have had it all.

Hello, it's me. ¿Quién si no? El mismo que siempre hace este tipo de cosas.

Ha pasado mucho tiempo, ¿qué tal estás? A juzgar por tus fotos se te ve bien. Radiante. Enamorado. Yo sigo siendo el mismo, no he cambiado por si a caso todo vuelve a ser como antes. Y claro, como cabe la posibilidad siempre me agarro a ella. 

El otro día pude ver a Adele cantarme "Nevermind, I'll find someone like you". Y la verdad es que no. Pasó el 21 de mayo, en Lisboa. Ciudad que te recomiendo, por cierto. No pude evitar acordarme de ti cuando cantó "Don't you remember" Qué irónico, ¿verdad? Me acordé de ese amor que ya no existe. Y de aquel ataque de risa en mitad de la faena. De la forma de tu espalda. Y de la extraña manera que tenías de hacerme reír. Se me erizaron los pelos con "I miss you" y no pude evitar volver a llorar con "Someone like you". De hecho, Adele dio tanto en el clavo que cuando al final del concierto, empezó a caer la serpentina con mensajes escritos por ella, el primero que acerté a coger decía "we could have had it" ¿Casualidad? Justifica tu respuesta. Pero menos mal que la tenemos a ella para que nos lo recuerde. 

Lo que está claro es que Adele y yo nos parecemos en algo. Pues los dos seguimos dedicándole a las personas que una vez nos hicieron sentir vivas lo que mejor se nos da. Ella (le)canta y yo (te)escribo. Aunque claro, todo sea dicho, ella ha salido ganando. Puede que eche de menos a ese alguien, pero lo hace con tres discazos, varios millones y un talento sin igual. Yo... pues bueno, tengo salud. 

Y nada, que hasta luego, que me voy ya, que se me hace tarde para no hacer nada. Sólo te digo que sigo viviendo en el mismo lugar que ya conoces, que el timbre sigue estando en el mismo sitio y que sigo teniendo ese apático buzón marrón. Por si te hiciera falta. 


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