27 de abril de 2015

Ahora ya lo sé

          Comenzó bien, comenzó con un eclipse de luna. Y aquella noche, en tu coche, mientras intentábamos ver una luna que se escondía se me quedó algo.

          Ha pasado más de un año después de aquel eclipse, y nos ha dado tiempo a echarnos alguna que otra noche más, a las espaldas. Noches de esas, nuestras. De comida china, de peli al azar del momento, y de empezar en el sofá y terminar en la cama. De despertar a tu lado y volver a empezar. E íbamos en busca del amor, pero como nunca terminamos de encontrarlo, al final, teníamos que hacerlo nosotros. Y así nos fue. 

         Tampoco fue largo, pero ya sabes lo que dicen "...si breve, dos veces bueno." Dejaste señal y huella y aunque ahora ya no somos los mismos, espero que algún día terminemos lo que empezamos. Porque aquello, tan solo fue el prólogo.

          Yo pretendía darte la mano pero tú me agarraste el alma. Y gracias. 

¡Felices veintidós! 


- Polonia -

11 de abril de 2015

Su historia.

          Te voy a contar la historia de como el tiempo lo cambió todo. De como se esfumó todo lo que tenía. La historia que cambió mi vida. Te voy a contar la historia por la que aún, a día de hoy, no consigo dormir.

          Un caluroso septiembre. Dos personas. Y nada más.
Ésta es la historia de dos personas que se conocieron un caluroso septiembre del año dos mil diez. Casi sin saberlo, empezaron a quererse desde que se presentaron. Y entonces, sucedió. Se enamoraron. El tiempo les sabía a poco y siempre querían más. La distancia que los separaba era grande. Más eso no fue un impedimento para su amor. Se querían allá y aquí, en la cama y en el muro de la cocina. Se querían en el sillón y en la ducha. Dormidos y despiertos. Así que por las noches se soñaban para por el día hacer realidad sus sueños. Hasta que se fueron llenando de idas y venidas. De besos a escondidas y de noches inolvidables. De escapadas nocturnas y mantos de estrellas. De canciones y demasiados recuerdos. Tantos, que al final, se convirtieron en un arma de doble filo. Pero duró lo que duran las cosas bonitas, lo suficiente para ser recordadas. Así que un día, casi sin darse cuenta, pensaron que ya no se querían. Y entre sollozos y lamentaciones se sorprendieron el uno al otro despidiéndose. Más uno lo consiguió, decir adiós, pero el otro no. Y fue éste el que prometió que se quedaría ahí, sin moverse, al lado de su hasta luego.


        Ésta no es una historia con final feliz, pero fue su historia y así fue como se perdieron mutuamente.