Mi
primer cumpleaños. Y no me refiero a mi primer cumpleaños en sí, sino a mi
primer cumpleaños sin ellos. Sin ningún abuelo, ni abuela. Nada.
Ha
sido el primer cumpleaños sin ninguno de ellos, y casi que el cumpleaños que
más especial consideraba. Los dieciocho. Pero bueno, dicen por ahí que ellos
están en un lugar mejor. En un lugar en dónde me pueden ver sin yo verlos a
ellos. En cualquier caso, me alegro de haber disfrutado de ellos durante todos
los cumpleaños hasta el de este año. Porque cada una de las sonrisas, los
abrazos y besos, las llamadas, la progresión de letras que forman las palabras
FELIZ CUMPLEAÑOS, hasta entonces me han llenado y me han hecho feliz.
Es
cierto que ya no volveré a recibir llamadas vuestras, y mucho menos sentiré el
calor o la ternura de un beso y un abrazo. Pero, ¿Qué se supone que de hacer?, ¿Llorar porque
ya no podrá ser?, o ¿sonreír pensando todas las veces que fue?, o simplemente ¿no
hacer nada?... Respuesta libre y yo contesto, Llorar por todas las veces que no
podrá ser y su vez, sonreír de felicidad por todas las veces que fueron.
Pero
hoy estoy optimista y veo la vida de otro modo, serán los dieciocho que me han
hecho ver las cosas distintas o simplemente un arrebato repentino. Pero he de
decir, que muchísimas gracias, sí,
muchísimas gracias por desearme un feliz cumpleaños aunque no os pueda ver.
Porque sé que me lo habeís deseado y sé también que me habéis mandado un beso y
un abrazo. Y apuesto lo que sea, a que también me llamasteis, solo que en ese
momento no estaba en casa. Pero gracias, muchas gracias.
Gracias
por todo, por hacer de mi lo que soy. Por quererme como me habeís querido, por
curarme cuando me caía, por llamarme cuando estaba malo, por darme un regaliz
cuando hacía algo bueno, por vigilarme todo ese tiempo desde que os fuisteis.
Os echo de menos, pero la felicidad que siento
por haber compartido con ustedes algunos de mis cumpleaños me reconforta (hoy,
mañana no sé).
Siempre
vuestro nieto,
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