1 kilo y 600 gramos, 55 cm de longitud, 17:35 de la tarde del 5 de noviembre de 1993, Daniel Ismael Pérez Macario.
Nací una fría tarde de noviembre en el hospital insular de las Palmas de Gran Canaria. Me llamaron Daniel porque a mi madre le gustó en un telenovela, e Ismael, porque un jugador de fútbol de por aquel entonces se llamaba así y le gustaba a mi padre. Los primeros en recibirme, como no, mis padres y un grupo de cirujanos especializados. Llegué a este mundo sin nada que ofrecer y todo por conseguir…
Han pasado muchas cosas desde aquella fecha que hoy es tan lejana. Y he de quedarme con todo, tanto con las cosas buenas como con las malas. Las cosas buenas, son buenas, no hay más que sacar de ahí, producen felicidad y crean optimismo. Pero por el contrario, las malas, están ahí para saber superarlas, para aprender de ellas y no cometerlas de nuevo. Sin embargo, si algún científico loco me preguntase que si me gustaría borrar los malos recuerdos o las caídas y decepciones que he tenido a lo largo de mi vida, yo le contestaría que no. Puesto que tanto las cosas buenas como las malas, ambas, me han hecho ser lo que hoy soy. Me han hecho crecer y madurar. Pero sobre todo me han preparado para todo lo que aún no ha llegado.
En todos estos años he conocido todo tipo de emociones y sentimientos, y he aprendido infinidad de cosas. Pero a medida que iban pasando los años, estas se hacían cada vez más intensas y plenas. He conocido el verdadero sentimiento de cariño y ternura, he sentido el privilegio de estar vivo, he conocido a personas increíbles, he sentido la aventura en mi piel, he conocido el valor de la amistad, he aprendido a soñar, pero sobre todo a hacer mis sueños realidad, he sentido el amor de unos padres protectores, he aprendido a ser quien soy, he sentido el verdadero sentimiento de abuelos-nieto en mis venas, he aprendido que el terreno de mañana es demasiado inseguro como para hacer planes. He conocido el amor verdadero, he aprendido a perdonar..
Aunque la verdad es que soy joven, tengo toda una vida por delante, pero he de tener cuidado porque el tiempo me jugará una mala pasada si me descuido, he de ser listo y precavido, mirar hacia adelante, sin prisa pero sin pausa, con ganas y humildad. He de sonreír a la vida para que esta me sonría a mi, he de ser curioso porque la curiosidad me hará seguir nuevos caminos, he de ser fuerte y soportar lo que venga porque el premio merecerá la pena, pero sobre todo lo demás, he de ser optimista, porque sin eso no hay nada.
A fin de cuentas he tenido una vida plena, llena de alegrías y momentos inolvidables. He tenido cosas que muchos envidiarían pero también otras, que nadie querría. En cualquier caso, he vivido, he sido feliz y lo seguiré siendo. Hoy, tan solo cumplo 18 años, tan solo es una número más. Una cifra que no determinará ni mi futuro ni como soy, tan solo cuanto llevo de vida. Muy agradecido por todo y todos,
Daniel Ismael Pérez Macario.