23 de enero de 2017

Dani "melancólico"

Siempre he sido de esos que piensan que hay cosas que no cambian. O que no deberían. Por eso hoy te escribo esto. Ya no sólo porque puedo, sino porque quiero.
Últimamente nos hemos olvidado de todo y en esta ocasión no busco, ni quiero encontrar culpables. En esta ocasión sólo hay víctimas, las de aquella amistad que ayer fue verdad y hoy Facebook nos tiene que recordar.

Pero si soy sincero, me acuerdo mucho de ti, probablemente mucho más de lo que crees. Cuando me vine a Madrid; cuando dejé el trabajo; cada vez que conozco a alguien; en navidad y en mi cumpleaños; cuando veo las fotos de tus hermanos o simplemente cuando alguien me dice “mi cielo”.  Cada vez que me he caído y levantado; cuando mi madre me pregunta por ti o Cinthia, Pedro, Bárbara…
Y no me acuerdo de ti porque me hagas falta, sino porque echo de menos todo eso que compartíamos. Esa clase de intimidad invisible. Todo lo que nos contábamos. Tan solo el hecho de saber que estas al otro lado del teléfono. Solo eso. Tener la seguridad de que estás aunque no te vea. Estar cuando te hiciera falta a ti o cuando tú a mí. Sólo estar. Solo “micielo’s team”.

Y si tengo que ser más sincero aún: no he vuelto a tener a un amigo como tú. Ni parecido. Por eso tengo que darte las gracias, porque aquellos años sin ti no hubieran sido lo mismo. De hecho, nada es lo mismo. No digo que ahora sea peor, ni mejor. Tan solo que no es igual. Así que, gracias. Por tener siempre un comentario tonto en los momentos que más falta hacía. O por haber llegado.

¡Feliz cumpleaños, Dani “melancólico”!

Espero que este año te traiga todas las cosas buenas que al año anterior se le olvidaron y sobre todo, que seas inmensamente feliz.
Que yo lo vea ya es cosa tuya.


¡Felices veintisei… cinco!

"Día de no bicis"
5 de septiembre de 2013

15 de enero de 2017

Te mereces a alguien que te quiera con el pelo revuelto.

Llego tarde, lo sé. Y siempre será así porque siempre merecerás que llegue antes. Pero pensar en cómo felicitarte, después de todo, era como intentar para la lluvia: no se puede. Sólo me quedaba hacerlo y no encontraba las palabras. Yo, que siempre lo tengo todo bajo control, ¿no? 

En cualquier caso, fuiste mi serendipia del 2016. Llegaste de imprevisto, sin hacer ruido pero haciéndote notar. Con esa risa ruidosa. Con esos ojos telescopio a la galaxia. Con ese nivel de ternura que no sabía que existía. 
Fue tu cumpleaños y créeme cuando te digo que nada de lo que hubiera hecho hubiera sido suficiente. Porque por si no lo sabes, mereces mucho más. Creo que eso es lo que te hace especial. Que abres el corazón a cualquier persona. Que no conoces la maldad. Y que a fin de cuentas, sólo eres un niño pequeño tratando de jugar a ser un adulto. Que por cierto, se te da fatal. 


Pero, JF,  te equivocas. No tienes que llamar la atención de nadie. No tienes que intentar hacer algo para agradar a otra persona. Porque, JF, te mereces a alguien que te quiera con el pelo revuelto. Alguien que aprecie todo lo que tú harías por él. Alguien que, mínimo, sea la mitad de atento que tú. Alguien que se muera por estar contigo. Que piense en sorprenderte lo mismo que tú pensarías en sorprenderlo. Alguien que pueda vivir sin ti, pero que prefiera hacerlo contigo. Que sea real. Puro. Intenso, como tú. Así que nunca te conformes con menos. Sea lo guapo que sea. 

Gracias. Por la intensidad que guardan aquellos días de septiembre. Por las noches en vela. Por las tonterías. Por perder las llaves de tu casa la última noche. Por el bocadillo que nunca asimilaré. Por el baño nocturno en la playa. Por hacerme sentir tan especial. Por parar a buscar mis gafas en mitad de la autopista. Por abrazarme en ese momento. Por conocer mis defectos y aún querer quedarte. 

Jamás me arrepentiré de nada. 


¡Feliz cumpleaños!