14 de septiembre de 2016

Today

        De fondo el spotify reproduce The climb de Miley Cyrus y en la ventana creo ver gotas de lluvia que bajan por el cristal. No las veo bien porque no he querido salir de la cama y ni si quiera me he puesto las gafas de verte venir ver. El día es gris y el sol ha decidido esconderse o eso creo, ya que yo he hecho lo mismo. 

         Hoy es el día y todo el mundo lo sabe. Abro el Whatsapp y tengo un mensaje de María: "Today". Simple, directa y certera. Como si fuera a olvidar que hoy es el día. Aquel que tú pareces haber olvidado. Como si quejándome de la herida fuera a curarla o como si leyendo tus viejas cartas fueras a salir de entre s(t)us líneas. 

        Pero no te confundas, esta vez no convertiré esto en una guerra fría. Ya no soy así. Escribo esto porque sigo cumpliendo la promesa de dedicarte este día que solo es nuestro. Aunque ya no hayan felicitaciones, ni llamadas, ni videos. Aunque ya no estés en la duna de la playa cantándome, como aquel y último 14 de septiembre juntos. Y por no haber, no hay ni amor. Y ¿cenizas? Cenizas sí, las de la mano que puse por ti, claro. 

      En fin, que si crecer significa aprender a despedirse, a aceptar que hay personas que se van de tu vida sin saber muy bien por qué, entonces te diré que sigo siendo el mismo niño de dieseis años que conociste. Con los mismos defectos pero con más arañazos en las manos. Porque si alguien no me ha perdonado algo, ese ha sido el tiempo, que ha decidido pasar a veces lento, a veces rápido, siempre en mi contra.

   Y desde entonces, cuando he vuelto a intentar enamorarme he procurado querer con todo el corazón, sí, pero con todo el corazón que me queda. Esa es la parte que nunca nadie me pregunta. Te quiero, sí, pero con cuánto. Y así ha ido. De mal, digo. 

      No pasa nada, si mañana te volviera a conocer, me volvería a matar en esa sonrisa. 

¡Feliz catorce de septiembre!

La mayor locura que hice una vez por amor fue quedarme a ver qué pasaba.
Este es el resultado.