10 de febrero de 2015

-Tú-

Tú!

         Se podría decir, prácticamente, que fuiste la última persona con la que pasé el último día del año dos mil catorce. Y también con quién empecé el dos mil quince. Aunque quizás fue aquella copa de mas la noche de reyes o tus abrazos posteriores, los que me hicieron sentir bien en los que fueran mis primeros reyes sin estar en casa. Y así me di cuenta de que eras diferente.

         A día de hoy, tampoco puedo decir que te conozca del todo; ni si quiera sé cual es tu color favorito o a donde vas cuando necesitas tranquilidad. Pero por ejemplo, sé que cuando tienes sueño, no paras de tocarte el pelo, haciéndote ondulaciones. O espera, eso nunca hay que darlo por hecho. Contigo aprendí a que no hay que dar por hecho cuando alguien tenga sueño. Gracias.

También aprendí que puedo comer beacon, cebolla y demás cosas que no me gustan si el que me las prepara eres tú. Aunque si hay algo que nunca supe, fue hacer croquetas. O saber qué se te pasaba por la cabeza. Porque creo que siempre pensabas más de lo que me contabas. 

         Por "Bleu" de Chanel que siempre me recordará a ti, por el Rita al que no fuimos, por la noche que no dormimos juntos, por las croquetas de ajo, por tus abrazos, por los no-besos, por el vino y los ferreros. Por tu misticismo, por mi obviedad. Por tu calidez, y por lo adorable y odiable que puedes llegar a ser a la vez. 

       Gracias, tú.